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sábado, 30 de septiembre de 2017

Zuloaga en el París de la Belle Époque (1889-1914)

Retrato de la Condesa de Noailles, Zuloaga
En pocas palabras: Exposición que presenta diversas obras de Zuoloaga acompañadas por una selección de obras contemporáneas inscritas en el París de finales del siglo XIX y principios del XX proponiendo una nueva lectura sobre la obra del pintor originario de Eibar. Considerado como un pintor de la llamada "España negra" dado el carácter costumbrista de su pintura, la exposición propone que nos interesemos más por los recursos simbolistas y sintetistas que utilizó en sus obras.
Organizadores: Fundación Mapfre. Comisarios: Pablo Jiménez Burillo y Leyre Bozal Chamorro. 
Descripción: El recorrido comienza en la planta baja, en cuya sala de introducción se exponen una imponente "Mujer de Alcalá de Guadaira" -una obra costumbrista con una luz impactante- y "Retrato del artista con capa y sombrero" que representa a Zuloaga como un dandy. La gran sala diáfana que sigue a continuación se divide en tres ámbitos. A la izquierda, nos encontramos con la denominada "España blanca" del pintor en obras que representan motivos taurinos ("Torero de pueblo"); gitanas ; y mujeres con mantilla (por ejemplo en "Víspera de la corrida" procedentes del Museo de Bellas Artes de Ixelles). En el centro, nos encontramos con una interesante contraposición entre tres obras complementarias: "El viejo verde" (Roma), "La tía Luisa" (Venecia) y "Parisinas" (San Sebastián). A la derecha, causando cierto desconcierto entre los visitantes, no se exponen obras de Zuloaga sino de contemporáneos suyos si bien las obras están todas cuidadosamente escogidas. Entre ellas destacan el exquisito "Crespúsculo en la Isla de Saint Louis" de Rusiñol. También se exponen en una vitrina diversas esculturas como la sensual "Fuente" de Francisco Durrio (1900) en cerámica vidriada que representa a una mujer replegada sobre sí misma. En la siguiente sala, nos encontramos con obras de Émile Bernard como "El baño de los sultanes de la Alhambra" o la interesante "Mendigos españoles". Ya en la segunda planta, comenzamos con el espacio titulado "Retrato moderno" en el que se exponen las mejores obras de la selección: el retrato de Proust de Émile Blanche, por ejemplo, o el "Retrato de Shchukin" de Zuloaga. Al fondo se encuentran el hermoso "Retrato de la condesa de Noailles" de Zuloaga que colinda con otros retratos muy diferentes de la poetisa como el que le dedica Émile Blanche (vestida de negro) o el de Antonio de la Gandara. En el siguiente ámbito, se exponen cuadros más sintetistas del artista como "Retrato del conde de Villamarciel" y algunas obras con influencia de El Greco como los retratos de "Doña Rosita Gutiérrez" sentada con un paisaje oscuro y plomizo al fondo. La siguiente sala está dedicada al Zuloaga coleccionista con pequeñas obras de Goya y una "Santa Úrsula" de Zurbarán procedentes de la colección particular Zuloaga. Le sigue una sala en la que, poniendo de relieve la amistad que unió a Zuloaga con Rodin, se exponen varias obras en bronce y terracota del escultor. La siguiente parte de esta sala se dedica a la vuelta a las raíces de Zuloaga. En ella se exponen obras como "Paisaje con chopos, colinas y manchas rojizas" o "Reparto del vino" y "La merienda".
Celestina de Zuloaga

Celestina de Picasso
En la última sala, resulta un tanto difícil apreciar algo más que el siempre fascinante cuadro de Picasso "La Celestina" pero en la Fundación han intentado que apreciemos el contraste entre esta obra culto del sublime periodo azul de Picasso y la "Celestina" de Zuloaga, con sus sensuales piernas abiertas tapadas por un paño. Por si no fuera poco, también se expone "La bailarina enana" de Picasso. El recorrido termina con las obras que Zuloaga pintó después de 1904, cuando deja temas andaluces para dedicarse a pintar figuras más equilibradas con el fondo de los lienzos como "Mujeres de Sepúlveda" (1909) o "Retrato de Maurice Barrès" (1913).
Víspera de corrida, Zuloaga

Lo mejor: El "Retrato de la Condesa de Noailles" si bien destaca, como experiencia visual, el contraste entre "La Celestina" de Picasso y "La Celestina" de Zuloaga que reflejan dos maneras de tratar un mismo tema: el icónico de Picasso que escoge retratar a la "celestina de todas las celestinas" y el lienzo más narrativo de Zuloaga con una celestina inmersa en una historia, con personajes esperando en otra habitación. 
Comentario: El título de la exposición es muy sugerente y queda claro desde el principio cuál es la intención de los organizadores: demostrar que más allá del carácter costumbrista de una pintura llena de estereotipos, gitanas y corridas de toros, hay influencias simbolistas en la obra de Zuloaga. Pero no sólo eso, también han querido poner el énfasis en que Zuloaga tuvo amistades con muchos personajes del París de la Belle Époque: artistas, críticos, personajes de la alta burguesía; y que las influencias fueron cruzadas pues algunos de ellos como Émile Blanche incluso le acompañaron en viajes a España y acabaron por representar también escenas de gitanos (por ejemplo "Baile gitano"). Si se entiende que el objetivo de la muestra es éste, se podrá disfrutar de esta exposición en la que las contraposiciones de obras están cuidadosamente escogidas. Se han elegido obras específicas que ofrecen comparaciones osadas, como la ya comentada de "La Celestina". Quizás el problema es que algunos visitantes esperaban ver sólo obras de Zuloaga. Pero lo cierto es que había muchas obras del artista y las que las acompañaban eran obras que proponían lecturas diferentes de sus obras. Además, a diferencia de otras exposiciones similares, en esta el objetivo quedaba claro en los numerosos paneles explicativos que había a lo largo del recorrido y en ningún momento se pretendía engañar a los visitantes prometiéndoles una visita monográfica. Destacar también que los carteles explicativos indicaban numerosos datos interesantes sobre las obras desde un punto de vista artístico, cosa que es de agradecer para refrescar conceptos como simbolismo y sintetismo. Finalmente, escuché varias veces a visitantes decir que la iluminación impedía apreciar bien la parte superior de las obras debido al resplandor de los focos. Respecto de esta observación, conviene recordar que son los visitantes los que deben, con paciencia, buscar el ángulo perfecto para ver las obras alejándose de ellas para evitar el inevitable resplandor que a veces se produce en las exposiciones. El único problema es que debido a la gran afluencia de público, esto a veces resultaba bastante difícil...
Puntuación: Notable. 
Datos prácticos: Zuloaga en el París de la Belle Époque, Fundación Mapfre, del 28 septiembre 2017 al 7 enero 2018. Entrada 3 Euros. L 14h-20h. M-S 10h-20h. D-F 11h-19h.

2 comentarios:

  1. Pues a mi me llegó un ligero tufillo a un lavado de cara del pintor, permíteme la licencia, en la linea de darnos una visión española de apertura que se dio muy poco y rayando la hispanofilia, que seque la supuesta hispanofobia; me temo que había política en la cocina de la organización. Lo que nos vende la exposición en general se contradice con los pequeños paneles a pie de ciertas obras, lo que confirma mi tesis, Zuloaga es "negro" por mucho que estuviera en París, es un recalcitrante neorealista español con poco colorido y luz, y por supuesto sin negar su calidad de pintor, que no creo necesite engrudos de este tipo para reconocerse. Solo tres cuadros de la muestra trasmiten algo de vanguardia y mundanismo a mi juicio.

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  2. Muchas gracias por tu aportación. Me parece que tienes toda la razón :-)

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