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sábado, 27 de febrero de 2016

Cleopatra y la fascinación de Egipto

En pocas palabras: Una exposición titulada "Cleopatra y la fascinación de Egipto" que, si nos ajustamos a su contenido, debería haberse titulado "La época ptolemaica en Egipto". Es evidente que, para atraer al público, eligieron ponerle un título más asequible y fácil aunque no resultara adecuado. Y debo admitir que funciona porque la exposición estaba llena de gente; pero la publicidad engañosa hace que una se pasee por las salas buscando a Cleopatra durante hora y media preguntándose ¿aparte de en el título, dónde está?
Descripción: Si nos atenemos al folleto de la exposición, el recorrido está dividido en siete ámbitos presentados con colores (en teoría tres de ellos iban sobre Cleopatra). Nada más lejos de la realidad. Si algo define esta lamentable exposición es la palabra CAOS: caos de recorrido; caos de contenido; caos hasta para el personal de seguridad que iba y venía entre los visitantes. Resulta difícil exponer con lógica una secuencia de objetos que entre sí no guardan relación (o cuya relación está tan cogida por alfileres que hay que hacer un verdadero esfuerzo por creérsela). Al final, ni la exposición está organizada ni lo está su contenido. Noté un cierto esfuerzo por reunir piezas de muy distinta procedencia que rozaba lo ridículo: Florencia, Roma, Madrid, Museos Vaticanos, Turín, Basilea, París, Nueva York, Ginebra, Nápoles, Bolonia, Milán... Supongo que con que el objeto tuviera algo siquiera remoto que ver con la época ptolemaica les valía y, de ahí, que la procedencia sea tan variada y los objetos tan alocadamente dispares. ¡Si hasta había retratos de El Fayum y frescos de Pompeya (con representacioens supuestamente nilóticas)! Por favor: es una auténtica tomadura de pelo creer que ordenar lo que ellos han conseguido traer para la muestra es tarea del visitante. 

Faltaba criterio y se notaba que querían hacer caja utilizando un nombre con gancho como Cleopatra, pero no conviene tomar a los visitantes por ingenuos. Al reunir piezas de tan distinta procedencia y contenidos cuyo nexo de unión no terminaba de estar nunca claro, se producía en las instalaciones una sensación de desorden que me dejó confusa y perpleja durante toda la visita. Me imagino al comisario que eligió el título de la exposición con el siguiente razonamiento: "¿Cómo hacemos para que la genta venga a ver desde personificaciones de Isis en terracota a estatuas que representan al río Tiber y frescos pompeyanos de temática nilótica? ¡Le ponemos el nombre de "Cleopatra" y ya está!". Un desastre. Los paneles explicativos tenían explicaciones hechas para niños más que para adultos inteligentes, otro gran desacierto que contribuía a sentir que una estaba perdiendo realmente el tiempo.

Lo mejor: Siempre hay joyitas que descubrir para una buena amante de la historia del arte, incluso en exposiciones comerciales como estas. Sin duda, lo mejor de esta exposición estaba al final: en el recoveco de un pasillo se juntaban las dos únicas joyas de la exposición: el retrato de Cleopatra de Waterhouse, procedente de una colección privada y cortesía de Martin Besely, de 1887, con ese rostro de mujer fatal seductora a la mirada inquietante y perversa, y el maravilloso dibujo en técnica mixta de Khnopff titulado "Avec Verhaeren. Un ange", que representa a Cleopatra en la penumbra habitual de los dibujos de Khnopff y está fechado en 1889. Dos joyas sin las cuales me habría ido con muy mal sabor de boca. Dos joyas, todo hay que decirlo, que al "público" le pasaban totalmente desapercibidas entre tanta tontería -con perdón para los amantes de la numismática y los bustos romanos que, según los paneles, podrían representar a Cleopatra (?), con puntos de interrogación del propio comisario (!).
Comentario: No había nada sorprendente en la exposición. Era más de lo mismo, una exposición con lo que suele haber en tooooodas las exposiciones sobre el Egipto Antiguo: sarcófagos, representaciones escultóricas de Isis y Osiris, algún papiro, alguna estela funeraria policromada, ánforas, ungüentarios, lucernas... Sí, todas eran piezas adscritas a la época ptolemaica que no es la más habitual en las exposiciones dedicadas al arte egipcio pero aún así daba la impresión de haber visto mil veces las piezas que han conseguido traer. No había ninguna originalidad (exceptuando lo mencionado arriba). En mitad del caos, habían conseguido colar como una seta (porque era eso, una seta: ¿qué tenía eso que ver con Cleopatra si no es su adscripción a la época ptolemaica?) una reproducción de la capilla interior del Templo de Debod con la reproducción moderna de la pintura mural y la traducción en castellano de las diferentes escenas. Un ejemplo es esta que he elegido de la franja inferior en la que se apreca el siguiente jeroglífico: "Yo recibo el agua fría de ti y el incienso de tus manos y te concedo que el temor de ti esté en todas las tierras y países extranjeros". Otra cosa interesante que habían añadido es el vestuario de la ópera de Aída que se representó en el Teatro de Roma y, eso sí, los trajes originales de la película "Cleopatra" de Elisabeth Taylor, Richard Burton y Rex Harrison: aunque para apreciarlos había que hacer abstracción de la instalación kitsch que les acompañaba con el cartel luminoso que rezaba "Now Showing - Estreno" (probablemente para impactar al visitante aburrido ya con tanto despropósito).
Puntuación: Suspenso.
Datos prácticos: "Cleopatra y la fascinación de Egipto", Centro de Exposiciones Arte Canal, de 3 de diciembre 2015 a 8 de mayo 2016. Lunes a domingo, de 10:00 a 21:00 horas. Entrada 7 euros.